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MILAGRO Y RESURRECCIÓN

Un cuento de Hugo Benedetti

Finalmente, el cáncer pudo más que él y Don Tomás falleció después de luchar durante casi cuatro años en un combate cruel y desigual contra la enfermedad.

Y murió como había vivido, entregado completamente al trabajo, al sacrificio, sin reconocer nunca que estaba cansado, enfermo, vencido, que se sentía mal, que sus fuerzas, más y más, se iban menguando en un proceso con alternancias, gradual pero inexorable.

Ya hacía un par de años su presencia al frente de la empresa familiar era una luz que titilaba. Su hermano mayor, que había muerto hace 5 años del mismo mal, había sido siempre su copiloto en el negocio. Don Tomás a cargo de la producción y la logística y su hermano al frente de la comercialización.

Su marca de conservas, dulces y mermeladas tenían buen nombre en el mercado y una muy amplia distribución en esa región del país. Pero, sin estructura organizacional fuerte ni un plan sucesorio apropiado, ambos eventos, la muerte de su hermano y al poco tiempo sus problemas serios de salud, fueron generando un cierto declive en los negocios, tan dependientes de la presencia de ambos.

Su hermano no tenía hijos. Los dos hijos varones de Tomás, uno músico y el otro kinesiólogo, nunca habían estado cerca de ese mundo ni mostraron interés y vocación por el próspero negocio familiar. Irina, la hija menor, era economista, trabajaba en un fondo de inversión y vivía en México donde estaba haciendo una buena carrera y se había casado allá con un colega.

Si bien era la más cercana, fuertemente comprometida y entusiasta con el mundo de los negocios, su padre nunca había hecho una apuesta verdaderamente en ella. A pesar de las recomendaciones de sus hermanos, Irina no parecía ser considerada seriamente como una sucesora en la empresa y ella, no sin dolor, así lo había asumido y estaba muy bien encaminada en otra dirección.

El proceso de deterioro de la salud de Don Tomás fue generando una etapa también declinante en la empresa. De una situación sólida y rentable pasó a pelear en los alrededores del punto de equilibrio y en los últimos años en terreno de pérdidas y endeudamiento.

En una visita de Irina, varios meses antes del fallecimiento de su padre, los hermanos le habían planteado insistentemente la posibilidad que viniera a incorporarse a la empresa familiar. Ahora podía ser una circunstancia propicia dado que ella se encontraba separada de su pareja en una relación inestable, con idas y venidas frecuentes.

Su padre incluso ya no militaba fervientemente bajo los mandatos del patriarcado y la primogenitura; ya no acataba ciegamente esas creencias. Ella por su parte, vio como el paso de los años fue diluyendo enojos y rencores, experimentando en carne propia que el tiempo es el mejor analgésico y el perdón el mejor cicatrizante.

Los tres hermanos estuvieron de acuerdo en que incluso el regreso de Irina, además de bueno para el negocio, sería por un lado un alivio para el padre y, por otro, contribuiría a poner la distancia que a veces las separaciones requieren.

Era mujer de acción y resultados. Le planteó a su madre y a sus hermanos que el abandono de la carrera corporativa que llevaba adelante con tesón y éxito en el exterior, requería que este paso fuese firme y económicamente interesante. Así, propuso un acuerdo a través del cual, luego del fallecimiento de su padre, ella quedaría como accionista mayoritaria con el 40% y sus hermanos y su madre con el 20% cada uno.

Superado un cierto shock inicial, todos aceptaron y entendieron la razonabilidad de la propuesta, la vieron como una vía hacia la salvación.

De inmediato Irina hizo los arreglos necesarios y en un par de meses estaba de vuelta en el país para ponerse al frente de la empresa, ya con su padre en el tramo final.

Con un pequeño grupo de colaboradores y asistidos por una Consultoría que contrató, etapa en que los conocí, delinearon un plan de negocios a tres años buscando revertir la situación.

En los aspectos de productos, planearon el lanzamiento de algunos productos nuevos y la actualización de la línea. Insistir con el posicionamiento de precio muy accesible dentro de un rango de calidad aceptable era una definición importante. Se posicionaban en ese sentido como una segunda marca.

Se revitalizaron los canales de comercialización y pugnarían por extenderse a zonas que aún no cubrían. Para liderar las ventas contrataron un gerente comercial con buena trayectoria e incentivaron a buena parte del equipo de ventas algo envejecido y falto de dinámica, a jubilarse.

En administración tenían una estructura numerosa y costosa. Lograron un convenio con el personal para trabajar en régimen de semana de 30 horas con una reducción salarial del 30% y los ahorros obtenidos fueron volcados a eficiencias de costos en producción para mejorar márgenes.

El liderazgo de Irina tenía un componente importante de laboriosidad, idoneidad y altísima determinación, su actuación fue iluminando poco a poco los que habían sido los espacios de sombra dentro de la empresa. Don Tomás no lo vio, pero el plan comenzó a dar sus frutos en forma casi que inmediata y la empresa inició una etapa de vigorosa recuperación.

El nuevo estilo, introdujo modificaciones significativas, removió escollos y restricciones que pesaban sobre la empresa y, sobre todo, quebró esa “aburrida armonía” que amenazaba con aplastarlos.

Recientemente, el entorno de pandemia y crisis, fue un buen espaldarazo para la estrategia de una marca de segunda línea que se había hecho fuerte en el segmento de bajo precio y en varios canales. Así, logró otro escalón de crecimiento.

Cuando en medio de los planes Irina me había pedido mi opinión, decidí escribírsela. El título de aquel e-mail redactado un viernes santo era Milagro y Resurrección. Muy resumidamente, decía algo así: están siendo convenientemente agresivos en el frente comercial y de marketing. Del mismo modo, están haciendo una reducción significativa de gastos y una apuesta fuerte a la eficiencia en producción, administración y logística.

Cuentas con un equipo joven que combina método y ganas. Hoy tienen una propuesta de negocios mucho más actualizada, profesional y categórica que la que tenían en los últimos tiempos…debería funcionar porque predominan las intenciones de eliminar algunas restricciones que pesan sobre el desarrollo del negocio.

Además, sobre todo, impera en la organización una atmósfera de mayor compromiso, motivación, entusiasmo y orientación a resultados, eso que tú y tu equipo están imprimiendo.

En medio de esos planes, Irina me había dicho que ella era mejor para los diagnósticos que para los pronósticos…pero esa vez acertó.

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